domingo, 23 de octubre de 2011

Amparin

Amparín hoy tiene 40 años, pero de niña odiaba estudiar, nunca fue una buena estudiante, pero logró titularse de Diseño Gráfico. Además posee una imaginación digna de los mejores cuentistas y la visión de un antropólogo social. Estas armas le han servido para crear una de las marcas con mayor crecimiento en el mercado: Distroller.
Amparo Serrano siempre ha sido muy inquieta y antes de Distroller tenía un negocio en el que hacía tarjetas de toda ocasión que se vendían en Sanborn´s y antes de eso, cantaba. Distroller comenzó, hace 10 años, siendo una línea de chamoy que tomó su nombre porque los productos eran tan ácidos que “destruían” la flora intestinal.
Hace dos años y medio inició su línea de joyería, con esas famosas medallitas de la virgen y ha logrado que sus diseños estén en las tiendas de El Corte Inglés, en aeropuertos de España y planea vender también en Los Ángeles. Además se ha dado el lujo de vender licencias para unos álbumes de tarjetitas y una fábrica de colchas y sábanas.
Hoy, comparte su historia con ELUNIVERSAL.com.mx ¿Cómo inició todo?
Todo empezó con la cerámica. Mi esposo es norteamericano, me casé y nos fuimos a vivir a Nueva York. Mientras él se iba a trabajar, yo me metí a un taller de cerámica y de ahí empecé a hacer cosas. Cuando nos vinimos a México, me compré un horno y comencé con el negocio de cerámica. Poco a poco, a través de los meses, comencé a incorporar más. Luego fue la madera, joyería, cuadernos y poco a poco fui sacando cosas.
Hoy su catálogo es de mil productos, los cuales sólo se encuentran en tiendas Distroller, aunque próximamente entrará a Wal Mart, pero con líneas distintas.
¿Cómo trabajabas si no tenías socios?
Quité el comedor de mi casa y me asocié con la muchacha que trabaja en mi casa –ella cuidaba a mis hijas-, le rogué, porque yo soy pésima administradora, todo regalaba, pero hubo un momento en que ya no pude más. Una Navidad ni siquiera alcancé a llegar a la cena, entonces decidí que tenía que unirme con alguien porque yo soy un desmadre. Necesito gente que me ayude a organizar esto. Me uní con unas amigas que saben de esto y ellas fueron quienes me organizaron el negocio.
¿De dónde salen las ideas?
De amigas, de viajes, de pláticas, de todo. Por ejemplo la idea de hacer la joyería de vírgenes, salió una vez que me fui a Guatemala, ahí vi una cosa y se me ocurrió poner o caricaturizar a la virgen. No sé, son cosas que a lo mejor no vienen al caso, pero que digo ‘ah si esto lo pongo aquí, puede quedar’.
Todo lo apunto en las noches, en el espejo, porque como no puedo dormir bien, anoto lo que serán los nuevos productos, tal vez cosas que soñé, que aluciné en la noche.
¿Cómo es un día de Amparo Serrano?
Me levanto todos los días a las siete para hacer ejercicio, aunque me choca. De ahí me voy a la oficina y me quedo hasta que empiezan las clases de mis hijas (tiene dos, una de 14 y otra de 11 años), porque también tengo que estar ahí como mamá. La otra mitad del día me la paso con ellas. Entonces llego a mi cuarto y ahí hago todas las cosas a mano, pinto todas las cosas que al día siguiente se van a ir en la computadora. Generalmente las cosas son hechas a mano, se pasan a la computadora y luego se imprimen.
¿Quiénes son los encargados de ejecutar tus ideas?
Tengo tres diseñadores. Yo soy muy mala en la computadora y tengo una gacela en la computadora, que apodamos “El Chivo”, y a él es quien le digo sácale, ponle. Tengo otro cuate que se llama Bernardo y a “La China”, todos son muy buenos.
¿Todos los productos ya están registrados?
Sí, pero no sirve de nada, todos están pirateados por todos lados. Nada más les agregan una nariz y no puedes hacer nada contra ellos porque cualquier cambio que pongas en la imagen ya no es pirata. A lo mejor la gente dice que es caro, sí, pero hay que ver que estás detrás de una computadora, para que se te ocurra algo tienen que pasar días y en copiarlo sólo te tardas un segundo.
Su línea de neonatos, que son los más codiciados entre las niñas y jovencitas tienen un precio promedio de 400 pesos y los relojes, que también son de lo más buscado cuestan 375 pesos. ¿Has pensado en hacer alguna línea más económica e incluso de paso combatir la piratería con eso?
Lo he pensado, pero para hacerlo tendría que mandar a hacer las cosas a China y no lo voy a hacer. Yo quiero que todos mis productos, o la mayoría, sean hechos en México. Casi todo es hecho a mano, hay gente en la cárcel que se ha dedicado a hacer algunos de los trabajos que están aquí, así como trabajo de los tarahumaras. Son súper profesionales y hacen unos trabajos divinos, la ayuda es de los dos lados.
¿Cuál es la diferencia entre Distroller en el inicio y Distroller ahora?
La diferencia es total, yo nunca pensé que esto iba a ser un negocio, lo hice como una pasión y un oxígeno que tenía que sacar, no fue con la idea de lucrar. Por un lado, me sale del corazón y hago las cosas y me encanta. Ahora siento una presión de que tengo que estar alimentando al monstruo, tengo que estar inventando más productos y más cosas para que las tiendas vendan. Antes estaba yo sola y si no vendía pues no me importaba, pero ahora es diferente.
¿Cómo te has enfrentado al proceso creativo, a la carencia de ideas y a la creación constante de nuevos productos.
Soy una persona de por sí nerviosa y ahora fumo más. No duermo, en las noches me pongo a pensar que voy a sacar, porque además soy muy celosa y no dejo que nadie más haga las cosas y eso es mucha presión. También está padre decir todo lo hice yo, pero también me puede dar una depresión gruesa y no se me ocurre nada. Así como subió tan rápido, igual y puede bajar. Yo creo que tengo que seguir haciendo lo que hago y hasta que el público quiera.
¿Cómo explicas el éxito registrado tras dos años y medio, cuando inicias tu línea de joyería?
Se va a escuchar medio cursi, pero creo que en todos los productos no hay coladera, lo que siento lo pongo. Muchas veces a la gente le da miedo expresar sentimientos y aquí lo estás gritando, ves que no pasa nada. Está padre aceptar el lado oscuro de tu personalidad. En el caso de los neonatos, está padre tener un bebé que es tuyo, que no es una Barbie, y te acerca más a lo normal, creo que eso puede ser.
Amparín empezó con una tienda en Prado Norte, en la Ciudad de México. Hoy, son 26 en todo el país. Actualmente está comercializando bajo el esquema de franquicias, aunque en principio estaba cerrada a ello, pero reconoce que es imposible continuar como socia de todas las tiendas, como hasta ahora: “Como que el bebé comenzó a correr y no gateó. Yo nunca me imaginé que fuera a crecer tanto y la verdad es que está súper casero el rollo y ahora ya tengo a alguien que se está encargando de hacer todo más profesional.”
¿Cuál es tu producto favorito, el que más quieres?
Todos se convierten en favoritos hasta que hago el siguiente, pero los que más me dan orgullo son los neonatos porque con el poco dinero que pude invertir, tuve que crear un rollo a través de un peluche que no hace nada, a diferencia de muchos juguetes de hoy. Ese es mi mayor orgullo, haberle dado vida a un cosa.

¿Cómo has logrado mezclar el furor de muñecos para niñas con temas de adultos?
Todo mundo dice que estas tiendas son para niñ@s, en general son para adultos. Yo siempre he sido súper fan de las caricaturas (le encanta South Park y Los Simpsons) y yo creo que por eso parece una tienda para niños. Yo no lo hice en el plan para niños porque hay cosas que los adultos no comprarían y los niños viceversa.
Ha recibo algunas críticas por líneas como la Luser: “Hay señoras que me han pedido que la quite. Se trata de un personaje que se llama Sindi (Sin Dignidad) y se ve horrible al espejo y se siente gordísima y es un palo, tiene anorexia, aunque yo pienso diferente”. Las críticas también ha ido en torno de su kit para la divorciada e incluso los neonatos.
¿Qué piensas hacer para evitar que tus clientes cautivos se aburran de los productos?
No, no sé que voy a hacer el día que se aburran. Obviamente mis hijas me dan ideas, además como tienen muchas amigas, estoy en contacto con muchos niños, me encanta platicar con ellos y no en el nivel mamá-hijo, veo qué les gusta, hay muchos niños de los que yo puedo aprender y ver cuáles son las necesidades.
¿Cómo piensas mantener el éxito logrado hasta ahora?
Así como no pensé en crecer, tampoco pienso mantenerlo. Yo voy a seguir haciendo cosas hasta que la gente se aburra y creo que ya no puedo hacer más de lo que estoy haciendo.